La ausencia de demasiados hitos o referentes históricos
previos al boom operado por la subsidiarización de competencias desde el Estado
de las Autonomías y la mayor intervención de la Administración pública de los
años ochenta, hace evidente el desfase en el ritmo de las iniciativas y
progresos, en materia de intervención sociocultural entre países como Francia o
Inglaterra y España. La solera de las intervenciones en aquellos países hace
pasar por incipiente la experiencia española.
En España la formación
de los res
ponsables de la Animación ha estado pues, salvo aquella preparación
en actividades de tiempo libre para los alumnos de Magisterio que se suprimió
con el Plan de 1971, al margen del sistema educativo formal. La adscripción de
estas competencias para de los organismos de juventud durante el periodo
franquista al Ministerio de Cultura a través de la Dirección General de
Juventud con la transición, para finalmente recalar en las Comunidades
Autónomas si bien de una manera tan fraccionada que ha derivado en una gran
heterogeneidad y dispersión de los perfiles formativos y profesionales de los
animadores. Cabría esperan en el momento actual una cierta homogeneización de
funciones y titulaciones entre las distintas Comunidades Autónomas así como una
mayor clarificación en las competencias generadas por cada nivel de
responsabilidad.
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